Comenzamos el recorrido por los restaurantes acogidos al distintivo Km. 0 de MarGalaica, en “A Morada da Moa”, justo al lado del impresionante Monte Pindo, el Olimpo gallego.
El propio nombre del restaurante está tomado del punto más elevado del mítico monte. A Morada da Moa también es un acogedor hotel, sus habitaciones están decoradas con fotografías de grandes dimensiones que recogen las increíbles formaciones pétreas del Monte Pindo y sus hermosas vistas. Debemos destacar que además sus responsables se encargan de aconsejar en los recorridos a los excursionistas que deseen iniciar el ascenso a ese lugar tan destacado de la mitología celta.
Pero hoy nos ocupa el tema de la restauración y especialmente su identificación como restaurante Km. 0. Este distintivo de calidad, promovido por MarGalaica (el producto turístico de los GALP gallegos), hace referencia a un dato muy concreto: los establecimientos que lo lucen se comprometen a realizar una apuesta decidida por los productos de cercanía. 100 kilómetros es la distancia máxima que habrán recorrido los productos de la pesca costera artesanal y el marisqueo desde la lonja hasta el restaurante: la máxima distancia desde el mar a tu plato.
La utilización de técnicas artesanales, la disminución de la huella de carbono y la protección de la biodiversidad son garantías del producto. Y esto representa además una certeza absoluta de calidad y frescura, lo que hace que comer en uno de estos establecimientos se convierta en una experiencia gastronómica. Si a la calidad de los productos gallegos del mar se une la cercanía y la frescura, el resultado solo podía ser sobresaliente.
Y a nivel de matrícula de honor lo elevan en Morada da Moa con una particularidad muy personal: nos ofrecen una cocina gallega que destaca por su innovación y por el constante dinamismo de su carta. Muy a diferencia de la cocina gallega tradicional, que se basa en influir lo menos posible sobre el producto, apostando solamente porque luzca la calidad natural del mismo, en A Morada da Moa han sabido arriesgar y triunfar.
Los productos, como buen restaurante Km. 0 son de cercanía y de temporada, las referencias del mar son claras, pero también las carnes gallegas han adquirido un importante protagonismo. De esta convivencia han acabado surgiendo sus platos más aplaudidos.
La innovación y el dinamismo de que hablábamos antes les ha llevado a buscar nuevos caminos… y los resultados solo se pueden calificar de excelentes.
Prepárate para una sorpresa de lo más agradable. El pulpo de nuestras lonjas se ha emparejado con otro producto acostumbrado al buen pimentón: la oreja. El resultado es un “pulpo á feira con oreja” que está mereciendo las constantes alabanzas de los comensales.
Otro ejemplo similar lo encontramos con sus calamares sobre una cama de panceta. Las propiedades del calamar también reciben de muy buen grado esa aportación más grasa. El cálculo acertado de las proporciones es lo que nos lleva al deleite.
Un tercer y último ejemplo de esta evolución: longueirones de Fisterra con jamón ibérico. Dos de las mejores materias primas de la península se convierten en un matrimonio muy bien avenido para disfrute de los clientes: en ocasiones, ser muy distintos es la clave para llevarse bien.
En definitiva: A Morada da Moa es un lugar diferente. Encontrarás productos locales tratados de una forma muy especial y todo ello a la sombra del más misterioso y estimulante de los montes de Galicia. ¿Alguien puede resistirse a esta sugerencia?